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viernes, 5 de enero de 2018

No puedes pasar desapercibido si naciste para destacar | Crítica "Wonder"


WONDER 


Dirección: Stephen Chbosky
País: Estados Unidos
Año: 2017
Duración: 110 minutos
Género: Drama / Comedia / Familiar
Interpretación: Jacob Tremblay (Auggie Pullman), Julia Roberts (Isabel Pullman), Owen Wilson (Nate Pullman), Izabela Vidovic (Via Pullman), Noah Jupe (Jack Will)...
Guion: Steve Conrad, Jack Thorne
Música: Marcelo Zarvos
Fotografía: Don Burgess
Presupuesto: 20 millones 
Estreno en España: 01 de diciembre, 2017

Adaptar una novela al ámbito cinematográfico es una práctica más que recurrente en el panorama cinematográfico actual. Sin embargo, pocas son las que necesitan verdaderamente del audiovisual para poder definir y perfeccionar las imágenes que sobre el libro componemos a través del maremágnum de palabras y sentimientos. 

Wonder es de esas películas en las que el sentimiento y las emociones a flor de piel son la esencia del relato audiovisual. El film narra la vida del Sol del planeta Pullman, el pequeño Auggie, el cuál nació con una extraña deformidad en la cara y que le ha supuesto un calvario desde su nacimiento. Ahora, con diez años, debe dejar la educación de su madre (interpretada por la sobresaliente Julia Roberts) y empezar su vida en el colegio. 

Resulta mágico como Chbosky consigue convertir una trama tan melancólica y delicada en una historia esperanzadora, de amistad y superación con un reparto de actores compuesto en su gran mayoría por jóvenes promesas del mundo de la interpretación que logran transmitir fielmente al espectador el impacto concreto de cada escena. 

La película, divida en varios bloques presentando en cada uno de ellos la perspectiva de la historia de los personajes resulta cuanto menos acertada y le imprime cierto ritmo e intriga a los sucesos que implican a cada uno de los diferentes personajes. Sin embargo, esa magia tiende a desvanecerse en los diálogos, que resultan ligeramente forzados y poco ágiles y certeros en ciertas situaciones, lo que hacen que la película no resulte completamente cohesionada y vacía. 

Asimismo, el tratamiento que el director hace del argumento de la película hace que carezca de verosimilitud a la hora de resolver los problemas con los que se encuentra Auggie, problemas ante los que un niño tan pequeño muy difícilmente habría reaccionado del modo en que lo hace el protagonista y que acaban pecando de la típica película de superación estadounidense. 

No obstante, reducir el largometraje a este aspecto sería ruín y poco justo, puesto que la idea va mucho más allá, mostrando los aspectos más lacerantes y peliagudos pero también los más tiernos y auténticos. Además, sirve como aleccionador moral y material didáctico no solo para los más pequeños de la casa, sino también para padres y madres, ahondando en un mundo repleto de posibilidades para aquellos y aquellas que experimenten o atraviesen situaciones similares. 

En suma, creo que es un largometraje entrañable, de una enjundia mucho mayor de la que puede parecer superficialmente; que sabe llegar al corazón y resulta un producto más que moralizador, apto y entretenido para todos los públicos, cuyas máximas consiguen cautivar y calar al espectador. 

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